jueves, 23 de agosto de 2012

Interior metafísico con galletas de Alberto Santamaría por Patricio Pron




Anthony Cronin cita en su biografía de Samuel Beckett (Samuel Beckett, el último modernista. Segovia: La Uña Rota, 2012) una, para sus estándares, inusualmente larga reflexión del escritor irlandés acerca de la ruptura entre el sujeto y el mundo:
 
"[...] la crisis empezó a finales del siglo XVIII. Los enciclopedistas estaban todos locos [...] Dieron a la razón una responsabilidad que lisa y llanamente no puede sostenerse, es demasiado débil. Los enciclopedistas aspiraban a saberlo todo... pero esa relación directa entre el yo y... como dicen los italianos, lo cognoscible, ya se había roto. [...] Leonardo da Vinci aún lo tenía todo en la cabeza, aún podía saberlo todo, pero ahora [...] Ahora ya no es posible saberlo todo. El vínculo de unión entre el Ser y el Objeto ya no existe" (568-569).
 
Beckett apunta aquí a la crisis de sentido que opera en su obra (articulada en torno al mandato contradictorio de expresarlo todo y la imposibilidad de hacerlo), pero también en buena parte de la sensibilidad modernista. Alberto Santamaría (véase también aquí y aquí) profundiza en esa crisis en su último poemario, Interior metafísico con galletas (bellamente editado por El Gaviero y prologado brillantemente por Rosa Benéitez): su tema no es tanto el viaje que hace una pareja (y que la reduce a "restos"), sino más bien la imposibilidad de establecer leyes de alcance universal sobre lo que observa la conciencia que narra. Esa conciencia lo experimenta todo de forma simultánea y fragmentaria, "desenfocando" la mirada para desnaturalizar sus vínculos con lo real en un procedimiento del que emerge una nueva forma de visión, un remedo de un nuevo pacto entre el sujeto y los objetos. Un nuevo procedimiento para no sucumbir ante unas cosas que nos son familiares al tiempo que profundamente ajenas, un pequeño esfuerzo para poner fin a la crisis de la modernidad.
  

Un poema: Himno a Ángels Barceló
 
ella dice atentado
y la piel se le enreda alrededor del ombligo como una cereza
es su deseo. atenta la cámara
y su palabra es el eco de las ochoymedia.
de su escote nace la mirada
de otro mundo. madre o lujuria
su piel es látigo y mi látigo sus labios
qué savia da forma a sus sílabas,
qué rojo débil su perfilador asesino.
da paso a los deportes, su sonrisa
abre la noche como un pan, y quietos
la esperamos. ella dice maltrato
y al fondo mis células son aves calladas, motores
que elevan la sangre a deseo. ella dice
y sus dientes inundan la cantina, y el aliento
del invierno repentino nos envuelve en el liso manto de su piel
bronceada en lo más profundo de diciembre. cenamos,
repican las últimas gotas en la ventana. sabemos
que en palestina han muerto cuatro y que en dakota
alguien inventa "el método definitivo para extender su pene".
ella lo dice y yo quisiera saber qué pájaros habitan entonces su vientre.
ella dice y nosotros creemos sorbo a sorbo en...
...quietos, silencio, alguien habla suavemente en su oído,
ángeles o cuerpos eléctricos. dicen, susurran
alguien habla. al otro lado, sí, al otro lado
pide paso rosa lerchundi.
 
 
Alberto Santamaría
Interior metafísico con galletas
Pról. Rosa Benéitez
Almería: El Gaviero, 2012
[Publicado el 21/8/2012 en el Blog de Patricio Pron]

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Basura. Lo de ahora. Todo eso.

Anónimo dijo...

Ya no queda nada de lo rancio.. Hace tanto tiempo de la descomposición... más de 100 años.
En realidad ya no queda nada.Sólo generaciones de padres e hijos que se nutren de los últimos gusanos polvorientos, exhumando huesos, vaticinando cadáveres.

Derrida ultratúmbico.