lunes, 25 de marzo de 2013

Mi padre y yo. Un western, de Juan Manuel Gil por Juan Carlos Sierra

Sergio Fernández Castañón y su padre Memel Fernández.
Foto: Laura Castañón

Duelo dialéctico con papá

Eso que llaman inspiración, esa súbita invitación de las musas a dejarlo todo para escribir en un arrebato casi místico, a estas alturas posmodernas de la historia de la creación no hay quien se lo crea; en caso de que no te pille trabajando, como creo que dijo Antonio Machado, es decir, en tu cocina de escritor,... Ahora, además, para contribuir a la dispersión de los tiempos, a muchos las musas los visitan revisando el correo, saliendo distraídos del puerto de Google hacia el no se sabe dónde de las procelosas páginas de la red o consultado las últimas ocurrencias de los "amigos" de Facebook. Y así no hay quien escriba nada medio decente.

O sí, porque a veces en el medio, en la herramienta, se halla la respuesta creativa; o la inspiración. Precisamente en la red social Facebook se encuentra el origen de Mi padre y yo. Un western. Los que tenemos a Juan Manuel Gil como "amigo" en la red creada por Mark Zuckerberg empezamos a leer hace más de un año los breves e hilarantes diálogos que mantenían dos personajes: YO y MI PADRE. De cuando en cuando, esas entradas se van haciendo más frecuentes y al final aparecen recogidas en el libro que hoy reseñamos.

El modo cortante, aunque cariñoso, de MI PADRE, sus latigazos dialécticos -trasunto pacifista del olor a pólvora en O.K. Corral-, su superioridad moral -intachable y coherente- en los asuntos más pragmáticos del día a día,… dibujan sin mucha dificultad en la imaginación del lector a uno de esos sheriff de 'western' que no quieren en su pueblo a forasteros que perturben la ley, o sea, a él.

Lo que añade el personaje creado por Juan Manuel Gil al modelo es un sentido del humor demoledor, sin contemplaciones, rozando la "mala follá" granadina, pero siempre desde el cariño, se entiende, de un padre hacia su hijo escritor -ese forastero que viene a romper la armonía de la familia con las excentricidades propias de los de su calaña-.

Este 'western' almeriense del siglo XXI además contiene un sano ejercicio de autocrítica o de humildad para quienes se dedican a esto de la literatura. A veces es necesario dejar a las musas en sus alturas olímpicas o, simplemente, no ejercer de escritor pesado y pedante las veinticuatro horas del día, porque puede pasar que algún sheriff familiar en zapatillas de paño y pijama nos ponga en nuestro sitio y nos baje a base de cañonazos ingeniosos y certeros de nuestra intimidad con las divinidades de las artes.
            
YO: Papá, a veces siento un gran vacío interior que no sé nombrar. Quizá nostalgia. Quizá melancolía. Quizá miedo.
MI PADRE: Juan, si fueses normal simplemente sería hambre.
           
MI PADRE: Anoche vi en la tele un programa sobre literatura.
YO: ¿Y qué tal?
MI PADRE: Siguen sin hablar de ti.

[Al teléfono]
MI PADRE: Juan, en la radio dicen que un escritor ha rechazado un premio nacional de seis mil euros. ¿Has sido tú? Si has sido tú, por aquí no aparezcas.

Quien tenga diez minutos libres y quiera pasar un buen rato, quien sea escritor y quiera que la misma literatura le ponga los pies en la tierra, sin duda acertará pasándose por las apenas 35 páginas de Mi padre y yo. Un western


Todos nuestros libros aquí

No hay comentarios: